Cuando conocí a André Mifano, el chef del Vito, me di un susto agradable: joven, talentoso, inteligente e irreverente... un típico ejemplar de una excelente nueva “zafra” de chefs paulistanos.
La onda de Vito es su lectura italiana de ingredientes brasileños. Allí él hace todo de cero, desde el corte del animal. Hace mejillas de cerdo, una de las carnes más sabrosas que he comido en mi vida y la cosa más simple de preparar. Para quienes gustan del cerdo, es sensacional.
André toma muy en serio las hierbas, granos y otros ingredientes, pues está empeñado en usar productos exclusivamente brasileros (en su mayoría orgánicos).
El local queda en un rinconcito en la parte alta de Vila Madalena, muy íntimo. El techo es de concreto, por lo que no llega la señal de celular. ¡Así vas a tener la compañía real de quien te acompañe!
Los que van son personas de 30 a 50 años que disfrutan comer bien. Y aunque no sea precisamente muy barato, ¡dos platos y un postre no te van a matar! Sus precios son un poco más bajos que los de los grandes restaurantes de S.P., pero al mismo nivel de calidad.
Las carnes se curan ahí mismo. André estudia el tipo correcto de hongo para el proceso de cada una; usa piedras de río para preparar los hongos… así de grande es su esmero por lo que hace.
Su negocio son los embutidos: salamis y bresaolas. Tienen también el corte de carne japonés wagyu, rebanado y curado, cuello de pavo y lo que te imaginés de carne de cerdo, su especialidad. Cosas que pueden sonar no comunes, pero que son deliciosas.